Incremento de la divisa

Por Luis Alfonso Albarracín

La estructura productiva del país se siente amenazada por el inesperado aumento del precio del dólar, que durante los últimos días ha superado nuevamente la barrera de los $4.000 y que, de acuerdo con los pronósticos de las autoridades monetarias, se prevé que continúe al alza, que el pasado miércoles llegó a los 4.050 pesos.  Los permanentes movimientos que se están generando durante los días, están preocupando a las organizaciones privadas, que están sometidas a importar sus mercancías. Los impactos del alza de esta divisa tienen dos caras, que empiezan a preocupar a distintos sectores.

En días recientes, la cotización del dólar en Colombia no solo ha convertido al peso en una de las monedas emergentes más devaluadas del mundo, sino que también ha roto la barrera simbólica de los 4.000 pesos. Es el reflejo del precio de la divisa que se está incrementando y se aleja de esta frontera cuyos impactos de la disparada, empiezan a preocupar a distintos sectores de la economía colombiana.

Ha transcurrido algunas semanas tormentosa para la economía mundial. Desde el inicio de la pandemia del Covid y de la invasión de Rusia a Ucrania, se ha venido vislumbrando una incertidumbre sobre el comportamiento de los principales indicadores económicos, que están permeando negativamente la dinámica productiva a nivel internacional. Colombia no ha estado ajeno a este fenómeno provocado por dichos factores exógenos. Y por consiguiente la economía mundial, se ha visto debilitada por sus efectos negativos en las bolsas bursátiles.

Expertos monetaristas, han expresado que el peso colombiano es hoy, una de las monedas más devaluadas: exactamente la segunda después de la de Brasil. El entorno global, principalmente el recrudecimiento de esta guerra comercial, naciones entre las que se han producido ya retaliaciones de un lado y de otro, le pegan al comportamiento de la divisa norteamericana. Esta dinámica económica no es ajena a los colombianos de a pie, pues los bienes y servicios que se consumen, en algún punto, tienen una relación con la moneda estadounidense en las cadenas globales de valor.

Las consecuencias de la pérdida del peso frente a la moneda estadounidense son mezcladas y afectan según el sector y el actor económico. El gremio de los exportadores reacciona positivamente a esta tendencia de la tasa de cambio. Por ejemplo, los cafeteros están experimentando una coyuntura favorable de precios históricos y un dólar caro, que aumentan sus ingresos por carga y el valor total de la cosecha. Una situación similar favorece a la industria petrolera y de otras materias primas de las industrias extractivas. El barril de crudo, hoy a precios superiores al estimado por los cálculos del Ministerio de Hacienda, combinado con la devaluación, les genera mayores ingresos fiscales al Gobierno central y a los municipios. Estos recursos, en el orden de los cientos de miles de millones de pesos, son bienvenidos para unas finanzas públicas apretadas por la pandemia y el creciente gasto social.

Otros beneficiados son los hogares colombianos que reciben remesas del exterior, especialmente de Estados Unidos. Los dólares enviados por los inmigrantes a sus familias, por efecto de los altos precios, se traducen en muchos más pesos colombianos disponibles para consumir. Desde el año pasado, la dinámica de las remesas ha marcado una recuperación. Los turistas que gastan en dólares y los demás productos que las empresas colombianas venden en el exterior también se benefician.

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